lunes, 6 de julio de 2015


(06/07/15)
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Luis Antonio Vidal


Alcaldía maldita
Maldición, casualidad o circunstancia. Llámele como quiera, pero los últimos cinco alcaldes de Centro han pagado caro el privilegio de gobernar la capital, sumidos en el descrédito y la cárcel.

Han pasado del pináculo municipal a la fatalidad política.

Quienes califican a la posición de presidir el municipio como la joya de la corona, por ser lucrativo estandarte para disputar la gubernatura de Tabasco, habrían de razonar también la desgracia sufrida por quienes han despachado en este tercer milenio.

Desde Andrés Granier todos han utilizado el cargo como trampolín.

Por esa ambición, la ciudad camina hacia atrás, y en protesta la antigua San Juan Bautista pareciera vengarse con una especie de maldición, como aquella de Tiestes contra Atreo.

En el 2003, Granier concluyó su trienio en medio de vítores y la más alta popularidad de un presidente municipal. Brincó a la gubernatura donde se apagó su buena y fugaz estrella. Inundaciones, crisis política y desfalcos sumieron su gobierno.

Hoy recibe visitas en la torre médica del penal de Tepepan, en el DF. De la cumbre a la sima.

Como faquir, Floricel Medina cavó con pico y pala su tumba política desde el ayuntamiento de Tabasco 2000, donde despachó durante más de dos años.

Pecho solicitó licencia al cargo para disputar la candidatura del PRI a la alcaldía en 2006. Lo arrollaron, lo despedazaron sus compañeros priístas, como alemanes a brasileños en juego de copa del mundo.

A partir de ahí, tronaron sus negocios de lámparas Aladino y no figura de manera importante en la política.

Arrumado, hoy despacha en artículo mortis en la Fundación Colosio. Vaya ni la candidatura a diputado local pudo lograr en el pasado proceso electoral, porque según Erubiel Alonso “Pechelito entenderá, se tiene que bajar”.

Otro más: Evaristo Hernández. Gobernó el municipio de 2007 al 2009.

De ese tiempo a la fecha, disputó ser candidato a la gubernatura, y perdió. Meses después se apuntó para la dirigencia estatal del PRI, y lo vapulearon.

Hace unas semanas, sufrió una derrota más como candidato a la alcaldía de Centro, posición de la anhelada para servirse y así capitalizar su sueño de ser gobernador en el año 2019.

Todo cuanto toca Evaristo se pulveriza, lo hace añicos. Su carrera cayó en un tobogán de desgracias.

Jesús Alí, alcalde de 2010 a 2011, puede presumir lo que nadie: es el único priísta perdedor en las elecciones por la gubernatura. Los ciudadanos reprobaron su gestión en el ayuntamiento con  implacable saña electoral.

Hace unos meses, el PRI le cerró a Jesús la posibilidad de ser candidato a diputado federal. Pataleó y se barrajó en el CEN. A nadie despeinó. Lo desbarrancaron de fea manera. Un verdadero ridículo público.

Hoy, tras una revisión del Órgano Superior de Fiscalización, trasciende un posible desvío de recursos de Alí por millones de pesos. Chucho se muerde los labios de tan sólo pensar pudiera acompañar a Granier en Tepepan.

Humberto de los Santos aún no concluye su trienio y ya se anticipa su destino.

Ni el poderoso efecto López Obrador haría el milagro de hacerlo ganar en otra elección. Ni para jefe de manzana. Sólo tiene una opción de supervivencia: que en 2016 lo resucite en un cargo público alguien afecto a levantar cadáveres políticos.

El próximo año Gerardo Gaudiano tendrá la oportunidad de exorcizar tan codiciada alcaldía.

Que no busque hechiceros. Sólo existe una pócima mágica: hacer un buen gobierno. Y un brebaje: escuchar y resolverle a los ciudadanos sus problemas de alumbrado, drenaje, agua potable, baches y demás servicios municipales.

Vaya, que dignifique la vida del habitante de esta ciudad que dicen es energética y no le sirven las bombillas.

Ese es el abracadabra, patas de cabra.


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