viernes, 31 de enero de 2014

(31/01/14)
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Luis Antonio Vidal

Raúl: los títulos nunca disfrutados
Como si no tuviera suficientes problemas el gobernador Arturo Núñez, su secretario de Gobierno, César Raúl Ojeda, sopló la brasa en una entrevista de radio para advertir su interés de renunciar sólo cuando él así lo decida y será  por razones familiares.

Y esa revelación, arrancada sin presiones, soltó la silenciosa jauría de quienes se lamen los bigotes por llegar a esa posición.

Tal imprudencia no pudo haber sido de buena fe, al alborotar un hormiguero de manera innecesaria.

Paradójicamente, mientras el Procurador de Justicia, Fernando Valenzuela, combate los rumores y chismes en redes sociales por supuesta desaparición de niños, el titular de la Segob avienta trascendidos y especulaciones políticas desestabilizadoras del gobierno para el cual trabaja.

Ni cómo ayudarle, diría él mismo en su cuenta de twitter, evidente arrepentimiento a su imprudencia.

Encosertado
De los últimos secretarios de Gobierno en Tabasco, César Raúl es el más débil. No tiene poder para decidir ni capacidad para conciliar.

Núñez conoce sus alcances y naturaleza, de tal suerte prefiere mantenerlo encosertado, como lo tuvo durante el 2013.

De 1997 al 2012, Ojeda montó el caballo al revés: no fue candidato a la presidencia municipal de Centro por el PRI; perdió tres elecciones como candidato a gobernador por el PRD, y una para la Senaduría, escaño alcanzado como primera minoría.

Núñez le ha concedido lo que el pueblo le negó tres veces en las urnas: despachar en Palacio de Gobierno, aunque como empleado, no como jefe.

Producto de la negociación política, Raúl aceptó el cargo, sabedor de no gozar de la absoluta confianza del Ejecutivo. Despacha acotado porque otro funcionario, Amet Ramos, sí cumple ese perfil y atiende tareas propias de la Segob.

Sin título universitario
Raúl debe mirarse en su vanidoso espejo para aceptar que hoy por hoy, si bien encosertado, es funcionario con suerte.

Es  el único del gabinete de Núñez sin título profesional.

Se ostenta como Licenciado en Ciencias Políticas, pero en realidad no terminó la carrera universitaria.

Todos en el primer círculo del gobierno nuñista presumen un título profesional, mínimo de licenciatura.

Todos, excepto Ojeda. Le dicen licenciado, pero no lo es.

Para algunos pareciera ser irrelevante, la ley lo permite; pudiera serlo, un título no es garantía de inteligencia o competencia.

Pero es ilógico que a los subsecretarios y hasta jefes de departamento se les exija un rango profesional.

Eso es tener suerte y habilidad.

Algo le verá Núñez quien, pese a ello y a ser un perdedor electoral, le encargó el segundo puesto más importante de la administración, aunque lo maniató como Anthony Hopkins personificando a Hannibal Lecter en el Silencio de los Inocentes.

En ocasiones, como el pasado miércoles, Raúl se desata, avienta el bozal y crea conflictos a su jefe. Son sus conflictos de personalidad. Así es él.

Cuando renuncie al cargo, como lo prometió, se habrá despedido de la política sin haber alcanzado su más anhelado sueño: escuchar que la gente le llame gobernador, otro título que tampoco alcanzará jamás.

En cambio, gozará de uno más gratificante: volver a ser abuelo.

Y eso no tiene precio. Mejor aún, es el pretexto perfecto para salir del gabinete antes que lo despida su patrón.


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lunes, 27 de enero de 2014


(27/01/14)
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Luis Antonio Vidal

La cosecha de Erubiel
Quizá por la zozobra sufrida en Villahermosa por el recurrente extravío de niños, los secuestros, el escándalo del policía muerto en manos de la PGJ y el debate por el incumplimiento gubernamental de eliminar el impuesto vehicular, lo menos importante sea el conflicto entre diputados priístas.

Interesa en menor medida, porque forma parte de la agenda política, mas no por ser un interés superior de Estado. Ah, y porque ese partido reza por regresar al poder en 2019, con cargo a los disparates del cambio verdadero.

Mientras el estado se convulsiona en una lacerante descomposición social, el PRI se enloda en diferencias que su recién electo Presidente estatal, Erubiel Alonso, debería resolver con un chasquido.

En vez de eso, las alienta y multiplica.

El dirigente tiene un problema, mejor dicho, uno de muchos: su adicción a prometer y no cumplir; o a mentir con facilidad. Es la viva imagen de ese PRI demagógico que los priístas ya no querían volver a ver.
Como precandidato a la dirigencia, juró no solicitaría licencia a la diputación local. Faltó a su palabra y se ausentó del Congreso, en aras –dijo- de ofrecer piso parejo en la contienda. 

Ya en plena euforia de campaña contra Evaristo Hernández, Erubiel se comprometió a ser dirigente de tiempo completo y dedicar ¡25 horas del día al partido! Se entiende la metáfora, absurda, sólo por el nerviosismo de la batalla.

Regresó a la diputación local y ahí empezaron sus colegas legisladores a conocer su verdadero rostro.

A huevazos
Esta ‘cualidad’ de Erubiel, de faltar a su palabra, es un boomerang que se regresa para causar daño a su partido, a su dirigencia y a él mismo.

Hoy, tiene en serios conflictos a los diputados integrantes de la fracción parlamentaria del PRI.
La mayoría, de los poquitos que son, había decidido cambiar coordinador para designar a Mayté Dagdug.

En un abracadabra, patas de cabras, Erubiel le dio vuelta a la tortilla y le devolvió a Rodrigo Marín ese cargo, con el apoyo de Mirella Zapata, quien -se dice- recibió muchos pesos para el revire.

A Erubiel, sus compañeros diputados lo están recibiendo a huevazos de precarnaval, porque no cumple los acuerdos ni respeta la decisión de la mayoría.

Comprar el voto de Mirella, sea con dinero o con promesas, es un falta de respeto a los priístas con quienes comparte curul.

O peor aún, hacerlo con el apoyo del gobierno perredista, a través de la Secretaría de Gobierno.

Evitar con argucias que la fracción ejerza su democracia interna y elija sin presiones a su coordinador, es autoritarismo silvestre.  

De tal magnitud es el pleito, que hasta Cesar Camacho envió a un emisario para solucionar el conflicto.

Si el CEN debe resolver los problemas a Erubiel, entonces mejor que designe a un delegado permanente.

Globo de gas
Pero bien se lo tienen ganado los priístas por andarle dando alas al alacrán.
Hasta el año 2012, Erubiel era nadie en su tierra.

De rebote le quitaron la candidatura a diputación local a Jorge Suárez Vela para dársela a Erubiel, recomendado por el prófugo de la justicia José Ramón Díaz Uribe.

También del cielo le cayó la coordinación legislativa –acuerdo entre Jesús Alí y Arturo Núñez-; y de repente, en unos cuantos meses, lo vimos ya como aspirante a presidente estatal del PRI.

Para la contienda interna, el mismo Alí lo mandó a inflar para tener pieza de negociación en la disputa por el Comité Estatal.

Grillaron a Guillermo Narváez los del grupo antinemista y lo bajaron del caballo. A Evaristo con su estilo bravucón nunca lo dejarían pasar; y por descarte, por suerte divina, el CEN se decidió por el más novato, pero tan ladino como Evaristo.

Ya empezaron a darse cuenta los priístas y el mismo Alí de qué tamaño es el error cometido al inflar ese globo de gas que hoy empieza a cosechar lo sembrado: división e ingratitud.


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miércoles, 22 de enero de 2014

(22/01/14)
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Luis Antonio Vidal

Los Rolex de Audomaro Vallejo
Les gustan los Rolex (tiene dos). Los brillantes, zafiros y esmeraldas.
Disfruta sus caballos árabes, aztecas y hanoverianos. También finas pinturas al oleo y los bienes raíces.

Fue ascendido a General de Brigada del Estado Mayor en 2001 y en su último cargo en la Secretaría de la Defensa Nacional se desempeñó como Director General de Transportes Militares.

Es Audomaro Martínez Zapata, Secretario de Seguridad Pública en el gobierno de Arturo Núñez. Hombre ligado a Andrés Manuel López Obrador, pero cobró en el gobierno de Felipe Calderón en la SEDENA hasta el año 2011.

Llegó a Tabasco presumiendo blasones militares a principios de 2013 y a un año de su gestión, la delincuencia lo rebasó por la derecha, por la izquierda y por todos lados.

Quienes lo conocen, aseguran: el militar está cómodo en su puesto.

Y es verdad. No le mueven el tapete tan fácil. Elementos de su corporación se manifiestan en las calles a cada rato, y él, sin azoro alguno, se cruza de brazos. Háganle como quieran.

Fracaso y silencio
Guardó silencio ante el escándalo de policías detenidos en Huimanguillo por presunta participación en actividades ilícitas.

Aún cuando los agentes pertenecen a la policía municipal y dependen del alcalde, como jefe de la policía tabasqueña debió explicar los controles de confianza aplicados a los uniformados y defender –porque ese es su trabajo- a la policía honesta, si la hay, y deslindarla de oscuras alianzas.

Al Procurador de Justicia, Fernando Valenzuela, le tocó bailar con la más fea… otra vez.
¿Y el General? En su laberinto de 16 de septiembre.

Tampoco asomó la cabeza en el caso Bryan, desaparecido y luego encontrado muerto. Al tratarse de una derrota para las corporaciones policiacas, Audomaro también se escondió. Ni una información, ni una palabra… nada.

Otro fracaso, otro silencio.

La historia cambió tras el enfrentamiento en Huimanguillo suscitado entre un grupo de delincuentes y policías (ya no sabemos si son buenos o malos). Por unos minutos, La Venta se convirtió en un michoacancito.

El secretario de Seguridad Pública rompió el silencio y, ¡oh sorprais!, calificó de exitoso el operativo.

Así como el cazador levanta la cabeza de su presa, Audomaro presumió lo que debería dar vergüenza: mataron a cinco delincuentes quienes, de estar vivos, hoy estarían aportando valiosa información a la policía para capturar a más bandas.

Ni inteligencia militar ni táctica policiaca. Ajusticiados y punto, a lo bestia.

Audomaro y Fausto: del mismo pie
Cárdenas, Huimanguillo y Cunduacán se convirtieron en zona sin ley, donde la policía da un golpe y recibe diez.

No puede Audomaro. Atribuye a la ‘percepción de la gente’ el incremento de los índices delictivos. Claro, si en la comodidad de sus oficinas, contempla su Rolex, esperando la hora de salir a comer.

El gobierno de Enrique Peña ya puso el ejemplo cuando algo no funciona.

Hizo a un lado al gobernador de Michoacán, Fausto Vallejo, por su incompetencia para disolver las autodefensas y combatir al crimen organizado. Designó a Alfredo Castillo como Comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral de aquella entidad.

Guardando las debidas proporciones, el gobernador Núñez, al igual que Peña, no puede remover a Audomaro.

A Vallejo lo puso el pueblo; al general Martínez, una recomendación del jefe del gobernador. Y una recomendación así, es una orden.

Al ser inamovible el General “Audomaro Vallejo”, debe cambiarse la fórmula y designar a un Comisionado para sacar las castañas del fuego, no sólo en la Chontalpa, también en todo el Estado.

Y el General que siga con sus relojes, sus caballos y sus ranchos.

Al fin, el pueblo se los mantiene.

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lunes, 20 de enero de 2014

(20/01/14)
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Luis Antonio Vidal

El fin del mundo y el PRI enmascarado
Algunos predicadores del evangelio, que se dicen profetas, anuncian que se acerca el fin del mundo.

Y ya les estoy empezando a creer.

Eso del calentamiento global ha desordenado toda lógica. Las cataratas del Niágara se congelan; en Rusia construyen casas de cabeza; un mexicano gana el Globo de Oro y quizá hasta un Oscar; los policías se convierten en secuestradores; los maestros en pandilleros; el Cruz Azul ahora viste de rojo y ¡hasta el América es la base de la selección nacional!

Nada de esto es normal.

Las escopetas se quedaron sin municiones y los patos tomaron las armas, como en Michoacán.

Otro ejemplo: el PRD tabasqueño se pronuncia ahora a favor del cobro de la tenencia, y el PRI, junto con el PAN y un tutifruti de demócratas de nuevo cuño, patalean para que el gobierno elimine ese impuesto. Qué locura.

Pero no sólo eso. Tenemos en Tabasco un gobierno surgido del PRD, donde no gobiernan perredistas. Vino sin uvas y chocolate sin cacao, diría José Pagés.

Aquí se gobierna con políticas de centro, neoliberales, edición corregida y aumentada de ese viejo PRI que la mayoría de la gente le hace fuchi.   

Sin perredistas
Si los fundadores del PRD pensaron que al ganar la elección del 2012 habría de gobernar la ideología política de su partido, se equivocaron.

Los integrantes más importantes del gobierno de Arturo Núñez no pertenecen a ese partido.
De 15 cargos políticos, sólo tres son militantes del sol azteca, es decir una quinta parte de posiciones que tienen que ver con la planeación y ejecución de las políticas públicas.

Únicamente Raúl Ojeda, Mónica Fernández y Rodolfo Lara figuran en el gabinete y en el padrón de militantes del PRD. 

Ojeda es perredista de alcurnia, no se junta con la broza, pero es un secretario de Gobierno sin poder, realmente acotado; Fernández es apática en Sedesol; y Lara, un secretario de Educación humillado y vilipendiado por el sector magisterial. Los dos últimos ya tienen pie y medio en Morena.

El resto de los funcionarios, a nivel Secretarías, militaron en el PRI. No pertenecen al PRD, incluso en algún momento lo combatieron, como José Antonio de la Vega y Pedro Jiménez.

No hay tela
La naturaleza de esta administración, que llegó al poder bajo las siglas del PRD, pero gobierna sin perredistas, la justifica el gobernador Núñez con el argumento de tratarse de un gabinete de transición y que pronto cambiarán las cosas para dar paso a la normalidad para la izquierda. Pero no se ve por donde.

Cuando Núñez empezó a armar su equipo de funcionarios, se encontró con la triste realidad que al PRD le sobran activistas y le faltan cuadros con capacidad y talento para gobernar. Saben tomar calles, hacer plantones, arengar en la vía pública, pero eso de gobernar no se les da.

Supongo que por más que tuvo la sana intención de darle espacios a los perredistas de viejo cuño -que en el 2012 vieron cristalizado su sueño de ganar la gubernatura de Tabasco- se topó con esa escasez de materia gris finamente pulida.

El nombramiento de Lamoyi, Amet, Filigrana, Valenzuela, Rosario y Ordóñez lo confirman. Quienes cumplían el perfil, según el mandatario, están fuera del PRD. Y con la pena, pero a los activistas los mandó a ocupar cargos de medio pelo para abajo.

PRI enmascarado
El mismo Núñez se ha definido como un ex priísta, no antipriísta. No es un perredista de origen y tampoco un izquierdista de ideología. No lo es. Él sabe que milita en el PRD por circunstancias, no por convicción.

De ahí que la política social de este gobierno se ejerza más hacia la tecnocracia que al paternalismo social que caracteriza a los gobiernos de la izquierda y en particular al PRD.

Por la misma razón se suprimen subsidios, se incrementa el pasaje, suben los impuestos, no se elimina la tenencia vehicular, se tolera la corrupción y se tortura a detenidos.

La formación política de los administradores de este gobierno los lleva a planear y ejecutar una moderna globalización económica (a nivel escala de las finanzas del gobierno), sin atender como prioridad los programas sociales.

En pocas palabras, hoy en Tabasco gobierna un PRI enmascarado de PRD, con políticas neoliberales.

Es el mundo de la ilógica. Los amarillos son tricolores.

Venga Señor, el Armagedón.

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viernes, 17 de enero de 2014

(17/01/14)
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Luis Antonio Vidal

El espejo de Granier
No hay la menor duda: el gobernador Arturo Núñez se mira en el espejo de Andrés Granier.

Procura no cometer los errores del químico quien, por andar disfrutando del aplauso fácil de la gente, llevó las finanzas locales al despeñadero.

En su primer mes de su gobierno, Granier cumplió su promesa de otorgar una especie de pensión a madres solteras, discapacitados y adultos mayores, pero abrió un boquete financiero de tal magnitud que se convirtió en la primera palada de tierra a su malogrado sexenio.

Núñez se mira en ese espejo de la Quinta Grijalva y recuerda que Granier desapareció este programa social después de las elecciones del 2009, cuando entendió que costaba mucho dinero sostenerlo y que electoralmente nada le redituó porque su partido, el PRI, fue avasallado en las urnas.

Asimila el hoy gobernador esa lección en pellejo ajeno.

No apetece el aplauso ciudadano si a cambio de él su gobierno dejará de ingresar cash.

No le interesa ese gambito; tampoco el reproche de la gente sobre la incumplida promesa de campaña. Ya se les olvidará.  

Antepone, eso sí, la convicción que las finanzas públicas de Tabasco no están en condiciones de prescindir de más de 380 millones de pesos por concepto de tenencia y otro tanto más por reemplacamiento.

Quizá sea una decisión razonable, impopular, pero razonable.

Lo dicho en campaña
En mis archivos periodísticos no tengo registro que en campaña Núñez estableciera un plazo para desaparecer el impuesto. Por lo menos no, en la hemeroteca personal.

A continuación transcribo fragmentos de una entrevista de banqueta –de esas que hoy están prohibidas- que concedió el entonces candidato a un grupo de reporteros. 

“Estoy informado que la recaudación de ese impuesto (IEV) ha bajado, que no llega a los 100 millones de pesos. (En ese tema) quiero ir con pies de plomo para no engañar a los tabasqueños, para no decirle voy a hacer esto con tal de que voten por mí, y cuando llegue al cargo les diga fíjense que no puedo… eso sería indebido”.

Añadió:
“Tenemos que calendarizarlo, quizá no sea el primer año, pero lo vamos a hacer; recibí a los promotores de los tabasqueños, creo que es un problema manejable, que vamos a poder, vamos a cumplirle a los tabasqueños seriamente sin dañar las finanzas estatales derogando el Impuesto Estatal Vehicular”.

De vuelta al espejo
Ante tal compromiso, el ex Subsecretario de Gobernación se contempla en el espejo de Granier y reflexiona: si el agradecimiento de la gente tiene fecha de caducidad, entonces que el paternalismo –característica de los gobiernos de izquierda y sobre todo del PRD- aguarde un mejor momento.

De ahí que a diferencia del químico, el ex priísta juegue a la inversa.

No se eliminará la tenencia este año y como puntilla va un doloroso reemplacamiento por vía intramuscular.

Núñez medita frente al espejo de Granier: quizá en 2015 decida extinguir la tenencia.

Si el gobierno viene en picada – a como se percibe- y la decepción ciudadana pronostica un catastrófico escenario para los candidatos de la izquierda en los próximos comicios, aligerará el paso para decretar la extinción del IEV.

Si, por el contrario, la evaluación a finales de este año indica una recuperación de imagen y popularidad, podría posponerse la extinción del IEV hasta el 2017, previo a la sucesión gubernamental, previendo que en el 2015 a su partido le iría de maravilla.  

Costo político
Para el gobernador, el costo político personal que le puede ocasionar no derogar ese impuesto, es la pérdida de su popularidad. Sólo eso. A él no lo volverán a ver en boleta electoral alguna. No competirá de nuevo por nada.

Advierte, empero, que si su partido pierde la mayoría en el Congreso local a partir de enero del 2016, se complicaría la gobernabilidad de su administración.

Por eso asume las decisiones más drásticas a 18 meses de las elecciones intermedias, sin inflexiones.

El impuesto no tiene marcha atrás.

Las presiones sociales le van a hacer lo que el viento a Juárez, que lo diga Agapito Domínguez cuando vivió en carne propia un merecido escarnio al pillársele en un fraude, y sigue despachando en el ISSET.

No se retractará el gobierno. Marche quien marche, brinque quien brinque.
El espejo de arte gótico no se equivoca… ¿o sí?

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miércoles, 15 de enero de 2014

(15/01/14)
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Luis Antonio Vidal

Mateo Jacinto: sentenciado post mortem
La noticia se publicó en la portada de los diarios locales, el pasado viernes 10. La Procuraduría General de Justicia había detenido a una banda de secuestradores en Huimanguillo, entre ellos, policías municipales que, en vez de servir a la sociedad, presuntamente militaban en el bando de los rudos.

Un rotundo éxito, se presumió, adjudicado al equipo de inteligencia de Fernando Valenzuela y sus muchachos. Aplausos.

Poco duró el gusto. El gozo se fue al pozo.

La madrugada del sábado 11, los vítores y elogios se convirtieron en angustiosa incertidumbre.

En manos de agentes ministeriales falleció un policía detenido, de nombre Mateo Jacinto Rodríguez, acusado de estar involucrado con la delincuencia organizada.
Y ahí se derrumbó el castillo de arena. La PGJ pasó de acusadora a acusada.

Presunto inocente
Mateo gozaba de la presunción de inocencia, una garantía procesal de acuerdo al marco jurídico vigente en México. En pocas palabras, era inocente hasta que se le probara lo contrario.

No obstante, más allá de la situación jurídica del detenido, el caso dio un giro de 180 grados. Mateo murió por un infarto al miocardio, porque no tuvo una atención médica oportuna en el hospital Juan Graham.

Y entonces las dudas sobre tortura y negligencia médica aderezan este caso, convertido ya en un escándalo nacional.

Es la hora que el flamante secretario de Salud, Juan Filigrana, no ha explicado a la prensa, para que le transmita a la sociedad, qué fue realmente lo que sucedió la madrugada del sábado.

Si la Secretaría de Salud no acepta preguntas, simplemente es porque no tiene respuestas. Desde muy arriba se protege a Filigrana que de salud conoce lo mismo que este redactor sabe de física cuántica.

En este caso, el gobernador Arturo Núñez ha cumplido su palabra, y eso hay que reconocerlo. No ha salido a dar la cara por su amigo Secretario… pero tampoco le ha permitido al funcionario dé la cara a la ciudadanía por lo sucedido en urgencias de un hospital del sector del cual él es responsable.

Como dice la sentencia popular, a Valenzuela le cayó el muerto, porque su dependencia giró un boletín donde se acusó que no había personal médico de guardia que atendiera al infartado. El Procurador rectificó al día siguiente, el domingo 12. Corrigió la plana y calificó esa recriminación descrita en el boletín como un “lamentable error de redacción”.

Como no se le puede someter al polígrafo, con las reservas del caso hay que creerle al Procurador cuando dice que sí había médicos y que sí atendieron a Mateo.
Este nuevo expediente, de la muerte de Mateo, ya está en manos de la PGR.

Condenar a un muerto
Además de demostrarle a la PGR que Mateo no fue sometido a tortura y que sí fue atendido con oportunidad en el Juan Graham (como seguramente sucede con toooodos los que acuden a ese hospital a la una de la madrugada), la PGJ tiene otro desafío: comprobar que el oficial Mateo Jacinto era culpable del delito que se le imputó.

Porque de acreditarse en tribunales la inocencia de los otros detenidos –y en consecuencia la del hoy finado – la PGJ tendrá en su palmarés otro imperdonable error: provocar el deceso de una persona arrestada sin motivo alguno.

Así que jure usted, o apuéstele a su vecino doble contra sencillo, que la Procuraduría encontrará elementos suficientes para sentenciar a los policías detenidos de Huimanguillo y serán puestos a disposición del juez para que pronto los entambe.

Para justificar su detención serán declarados culpables, misma suerte que habría corrido Mateo Jacinto.

Para la PGJ es prioritario, vaya, es indispensable demostrar la culpabilidad del muerto.
O lo logra, o los altos mandos vivirán el resto de sus días en la ignominia, al haber detenido a un inocente y causarle la muerte.

De esa atípica sentencia post mortem también depende el futuro político de su titular.
De los males, el menor, reflexionaría el gobernador Núñez.

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lunes, 13 de enero de 2014

(13/01/14)
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Luis Antonio Vidal

No vuelvo a dar la cara
Cuando la madre reprende al hijo con un “no vuelvo a dar la cara por ti”, es porque decidió no seguir solapándole tantas travesuras sin castigo. Está harta.

Antes de esa intimidación, el retoño ha abusado del amor maternal y gozado de un tiempo de gracia… hasta que llegó el lapidario “no vuelvo a dar la cara por ti”, franca amenaza de la madre que ya no está dispuesta a salir de alcahueta con vecinos y maestros a responder por las diabluras del granuja.

El pasado jueves en reunión de gabinete el gobernador Arturo Núñez le recetó a sus funcionarios esa misma frase, de tierna inspiración. Se entendió el reproche como el desahogo a su personal decepción, efluvios de desilusión.

Amigos y recomendados no han comprendido que la complacencia y tolerancia podrían tener un límite en el corazón del perredista.

Sin necesidad alguna, Núñez esperó un año para sentenciar a su equipo, porque no existe regla alguna de la administración pública donde imponga o sugiera agotar ese tiempo para reprender a los funcionarios y apercibirles lo que ya saben: que deben ser responsables, eficientes y honrados, so pena de ser corridos.

Pareció un llamado de atención cuando también les recordó “si hay evidentemente un mal manejo y no se logran solventar en las observaciones a la hora del plazo legal tendremos que tomar la sanción adecuada al problema”.

Es confesión de una íntima convicción: las medidas punitivas obligadas por la ley se guardaron en el escritorio, por amistad y por tolerancia a la curva de aprendizaje. Esta vez no habrá, quiso decirles, la aplicación de la máxima juarista de los amigos justicia y gracia, como sucedió en el 2013.

Indulto y borrón
Al anunciar que en el 2014 auditoría internas como método de prevención y corrección, Núñez sólo se refirió a la normatividad vigente; pero más allá de esa advertencia, se esperaba una posición de intolerancia a la deshonestidad que según la vox populi se practicó en el primer año de este gobierno.

No dijo, empero, que con especial esmero se auditará el ejercicio fiscal 2013 en todas las dependencias, y que en aquellas donde se detecte falta de honradez, se aplicará la ley, sea quien sea.

Aconsejar a los funcionarios que se abstengan de meter mano al presupuesto 2014 para beneficio propio, a como quizá lo hicieron en el 2013, es un indulto, un borrón y cuenta nueva.

Eso sí, un real acto de honestidad del ex priísta fue aceptar explícitamente que hubo subejercicios en el primer año.

Sólo que no se aceptó que esos subejercicios derivaron en la no ejecución de programas sociales que, a su vez, afectaron a los únicos afectados: los ciudadanos. Si algún Secretario no ejerció el dinero, no lo despidieron; pero sí perjudicó a la gente que como siempre pagó las consecuencias del subejercicio.

Destroza, hijo mío
Así que la reunión del gabinete nuñista se caracterizó por un “no vuelvo a dar la cara por ti” y un par de condonaciones al deficiente ejercicio público de muchos empleados de primera y segunda.

Quizá la reconsideración in pectore de don Arturo sea real y renunciará al primero que no cumpla, aunque sea amigo de generación. Eso está por verse.  

Ojalá esta historia no repita la trama de “La Guaja”, conmovedor poema del español Vicente Neira, donde una madre reprende a su hijo con mil reclamos, lo sentencia a ponerse a trabajar, a desquitar el pan que come. Le enjareta una retahíla de airadas advertencias. Todo sucede por la noche.

Al amanecer la madre se arrepiente de todo lo recriminado, para tiernamente decirle al oído: “no fuera quien soy ni tuviera entrañas; juega, brinca, destroza hijo mío, tu madre lo gana…”.

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