(15/09/2015)
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Luis
Antonio Vidal
AMLO: del amor
al odio
Arrulla el inmortal
Carlos Gardel en una de las interpretaciones musicales mejor logradas de todas
las épocas: volver con la frente marchita, plateada la sien por las nieves del
tiempo...
Así, plateado y
marchito, pero a ritmo tropical, Andrés Manuel López Obrador vuelve a Tabasco para
surcar sus caminos. Recorre colonias y rancherías en abierta precampaña por la
Presidencia de la República. De raspón, saca a pasear a Octavio Romero, ungido por segunda vez candidato a la alcaldía de
Centro.
Ninguna buena nueva
lleva a sus seguidores. Ninguna.
Sólo arengas de odio
contra sus adversarios y el abierto apoyo a Romero, político de medio pelo cuyo
cuarto lugar en la pasada elección debería ser suficiente para entender su
limitada capacidad de granjearse la simpatía de la gente.
Pero Andrés Manuel
no busca adeptos, sino siervos, únicos con libre entrada en Morena, porque los
convierte en candidatos con la misma frescura que zarandeó cual muñeco de trapo
a Juanito para obligarle a entregar la ofrenda del poder a Clara Brugada en Iztapalapa.
¿Cómo creer en su
pureza republicana si la democracia en su partido es su dedo divino?
En sus discursos de
odio, el jefe de Morena suelta metralla contra sus enemigos. Recita su vasto
repertorio de injurias y manda la buena política por los albañales. Mientras, desde
el templete, sus oídos se regocijan al escuchar el lambiscón aplauso de la
concurrencia.
Aferrada tiene el
alma a la dulce obsesión por la Presidencia. Creyéndose redentor impone “El que
no está conmigo, contra mí está; quien no recoge conmigo, desparrama” (Lucas
11:23). Y así, con su trato rupestre, vomita cizaña, rencor, desprecio, como si
de tragedias y lamentos quisiera saber este desaliñado pueblo.
En el baúl de los
recuerdos, de las ocurrencias y máscaras quedó la república amorosa. Del amor
hipócrita al odio verdadero. Del amor al odio con Arturo Núñez, con Gerardo Gaudiano,
con Mancera…
Cargando su morral
de injurias, López Obrador busca afanoso regentear el maltrecho presupuesto del
ayuntamiento de Centro para su campaña en 2018. Ya impuso a Humberto de los Santos Bertruy y mire usted
cómo salió de puque.
Ahora impone a Octavio
como parapeto, de pelele. Todos en Tabasco saben que de darse otra elección en
Centro el real candidato de Morena sería el, Andrés Manuel, dispuesto a
encabezar la campaña, caminar por los rincones del municipio con tal de ganar y
usufructuar el billete.
Nada de democracia,
a otro perro con ese hueso.
Octavio llevaría a
AMLO como estandarte, cual imagen guadalupana empuñada por Hidalgo. O dicho de
otra forma, Octavio sería –es- para López Obrador lo que Capulina para Viruta.
Así le gustan al de
Macuspana, mansitos con él, rabiosos con los demás.
Líbrenos el Altísimo
de otra elección... y del reguero de odio.
Morralla
Volver. Esta noche, el ex jefe
de gobierno del DF regresa a la villa Tamulté de las Sabanas para recoger
cariño. Ni pintado aquello de “y aunque no quise el regreso siempre se vuelve
al primer amor”.
Huellas. Cuando en 2010 Jorge Montaño, magistrado del Tribunal
Electoral de Tabasco, presentó examen para ser consejero electoral contó con el
apoyo de un priísta y un panista: Adrián
Hernández Balboa y Juan Francisco
Cáceres. Búsquenle por ahí si quieren encontrar respuestas.
Síganme: @vidal_38
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