viernes, 20 de diciembre de 2013


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Luis Antonio Vidal

Imposición: el ADN priísta

Siempre, el presidente estatal del PRI ha surgido de la conveniencia del gobernante en turno en razón de, por lo menos, dos circunstancias: la imposición y la negociación política.

En la recta final de su quinquenio, Manuel Andrade designó a Tomás Yánez en la dirigencia local del tricolor, porque era su amigo y el único que le garantizaba absoluta confianza a la hora de designar candidatos.

Anote el dato: amigo del gobernador.

Ante la debacle electoral que sufrió el PRI en julio de 2006, Gina Trujillo entró al relevo de Yáñez, en obvia negociación entre el entonces candidato al gobierno por el PRI, Andrés Granier, y Roberto Madrazo.

Gina había declinado por el químico antes de la elección interna de abril de ese año.

Otra variable: una negociación política.

Sin saber cómo se le coló a Granier, en el 2009 a Adrián Hernández le untaron la bendición para dirigir al PRI tabasqueño porque el químico no le confiaba a Trujillo la designación de candidatos.

Otra vez la imposición del gobernador en turno.

Se repitió esta condición cuando Miguel Romero llegó a ese cargo tras la destitución que hizo Granier del amigo de Jesús Alí.

Otra imposición natural, vil dedazo.

Francisco Herrera entró a dirigir ese partido en decadencia, en circunstancias similares a las de Trujillo: por negociación de grupos.

Herrera no dio el ancho para ser considerado serio aspirante a la gubernatura, buscó cobijo en Manlio Fabio Beltrones y de consolación le dieron dos cargos: el PRI estatal y una diputación plurinominal que, a la postre, le tumbó Félix Eladio Sarracino en los tribunales.

¿Cuál es el método que se aplicó ahora para designar al nuevo dirigente ante la falta del gran elector?

Sin gobernador priísta, la línea la trazaron dos ex candidatos. A Eruviel Alonso lo señalaron con justa razón de ser el candidato de línea porque lo avalaba Jesús Alí; y porque formó parte del equipo de precampaña del Luis Felipe Graham, hoy involucrado en líos judiciales por desvío de millonarios recursos.

Aquí no aplicó el método de la negociación. Sí hubo, en cambio, una sui generis imposición de un candidato perdedor que espanta con el petate de Los Pinos.

Es la más pura expresión del ADN priísta.

EL GABINETE DE ERUBIEL
Al presidente del PRI se le identifica como persona cercana a José Ramón Díaz Uribe, ex líder del sindicato del Colegio de Bachilleres y también prófugo de la justicia.

Alonso dio clases en un plantel del COBATAB y ahí trenzó amistad con Díaz Uribe, quien todopoderoso que era en el sexenio anterior, se lo impuso a Granier como candidato a diputado local por Balancán y Tenosique.

Quien iba a ser el candidato por ese distrito era Jorge Suárez vela, pero Díaz Uribe mandó.

En otra vertiente, hay que decir que Alonso siempre recibió el apoyo económico de Saúl Plancarte y de Javier Huerta, ambos políticos en desuso que laboraron con eel ex gobernador Manuel Andrade.

Por esta razón, la dirigencia estatal de Erubiel es una masa amorfa, como un frankenstein de viejos y nuevos priistas pero con las mismas mañas.

En la Secretaría de Organización, designó a Pedro Gutiérrez Gutiérrez, un acuerdo interno entre ellos y cuota de Pechel Medina.

En la Secretaría de Acción Electoral, Jorge Lazo Zentella, de Luis Felipe Graham.

Coordinador financiero, Marco Martínez Rodas, secretario particular del mismo Graham.

Director Jurídico, Jorge Broca Morales, persona ligada a Alí, al igual que el Coordinador de Delegados Políticos, Rogelio Betancourt y el Secretario Adjunto a la Presidencia, Cesar Rojas.

Para rematar, Alonso ¿Qué? designó en la Escuela de Cuadros, a Andrés Madrigal, quien a decir de Díaz Uribe recibía de sus manos medio melón mensual cuando era director de COBATAB; y a Jaime Salazar en Innovación Estratégica, otro chalán del prófugo ex dirigente sindical.
Ese es el nuevo PRI, fresco y rozagante.


Twitter: @vidal_38



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