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Luis
Antonio Vidal
Imposición:
el ADN priísta
Siempre, el presidente
estatal del PRI ha surgido de la conveniencia del gobernante en turno en razón
de, por lo menos, dos circunstancias: la imposición y la negociación política.
En la recta final de su
quinquenio, Manuel Andrade designó a Tomás Yánez en la dirigencia local del
tricolor, porque era su amigo y el único que le garantizaba absoluta confianza
a la hora de designar candidatos.
Anote
el dato: amigo del gobernador.
Ante la debacle electoral
que sufrió el PRI en julio de 2006, Gina Trujillo entró al relevo de Yáñez, en
obvia negociación entre el entonces candidato al gobierno por el PRI, Andrés
Granier, y Roberto Madrazo.
Gina había declinado por el
químico antes de la elección interna de abril de ese año.
Otra
variable: una negociación política.
Sin saber cómo se le coló a
Granier, en el 2009 a Adrián Hernández le untaron
la bendición para dirigir al PRI tabasqueño porque el químico no le confiaba a
Trujillo la designación de candidatos.
Otra
vez la imposición del gobernador en turno.
Se repitió esta condición
cuando Miguel Romero llegó a ese cargo tras la destitución que hizo Granier del
amigo de Jesús Alí.
Otra
imposición natural, vil dedazo.
Francisco Herrera entró a
dirigir ese partido en decadencia, en circunstancias similares a las de Trujillo:
por negociación de grupos.
Herrera no dio el ancho para
ser considerado serio aspirante a la gubernatura, buscó cobijo en Manlio Fabio
Beltrones y de consolación le dieron dos cargos: el PRI estatal y una
diputación plurinominal que, a la postre, le tumbó Félix Eladio Sarracino en los
tribunales.
¿Cuál es el método que se
aplicó ahora para designar al nuevo dirigente ante la falta del gran elector?
Sin gobernador priísta, la
línea la trazaron dos ex candidatos. A Eruviel Alonso lo señalaron con justa
razón de ser el candidato de línea porque lo avalaba Jesús Alí; y porque formó
parte del equipo de precampaña del Luis Felipe Graham, hoy involucrado en líos
judiciales por desvío de millonarios recursos.
Aquí no aplicó el método de
la negociación. Sí hubo, en cambio, una sui generis imposición de un candidato
perdedor que espanta con el petate de Los Pinos.
Es la más pura expresión del
ADN priísta.
EL
GABINETE DE ERUBIEL
Al presidente del PRI se le
identifica como persona cercana a José Ramón Díaz Uribe, ex líder del sindicato
del Colegio de Bachilleres y también prófugo de la justicia.
Alonso dio clases en un
plantel del COBATAB y ahí trenzó amistad con Díaz Uribe, quien todopoderoso que
era en el sexenio anterior, se lo impuso a Granier como candidato a diputado
local por Balancán y Tenosique.
Quien iba a ser el candidato
por ese distrito era Jorge Suárez vela, pero Díaz Uribe mandó.
En otra vertiente, hay que
decir que Alonso siempre recibió el apoyo económico de Saúl Plancarte y de
Javier Huerta, ambos políticos en desuso que laboraron con eel ex gobernador
Manuel Andrade.
Por esta razón, la
dirigencia estatal de Erubiel es una masa amorfa, como un frankenstein de viejos
y nuevos priistas pero con las mismas mañas.
En la Secretaría de Organización, designó a Pedro Gutiérrez Gutiérrez, un
acuerdo interno entre ellos y cuota de Pechel Medina.
En la Secretaría de Acción Electoral, Jorge Lazo Zentella, de Luis Felipe
Graham.
Coordinador financiero,
Marco Martínez Rodas, secretario particular del mismo Graham.
Director
Jurídico, Jorge Broca Morales, persona ligada a Alí, al igual que
el Coordinador de Delegados Políticos, Rogelio Betancourt y el Secretario
Adjunto a la Presidencia, Cesar Rojas.
Para rematar, Alonso ¿Qué? designó
en la Escuela de Cuadros, a Andrés Madrigal, quien a decir de Díaz Uribe
recibía de sus manos medio melón mensual cuando era director de COBATAB; y a Jaime
Salazar en Innovación Estratégica, otro chalán del prófugo ex dirigente
sindical.
Ese es el nuevo PRI, fresco
y rozagante.
E-mail: vectorxt@hotmail.com
Twitter: @vidal_38
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