(06/02/14)
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Luis Antonio Vidal
San Peje y su gobierno en 2018
En público, Andrés Manuel López
Obrador exigió al gobierno de Arturo
Núñez cumplir la promesa de eliminar el Impuesto Vehicular.
En privado, se
reunieron horas en el hotel Hilton para trazar, con seguridad, la ruta
electoral de Morena.
López Obrador atiende sus conveniencias. Sólo eso. Le interesa lo suyo
y nada más. De Núñez espera respalde con dinero público el proyecto de Morena en
2015, para ganar alcaldías patrocinadoras de su campaña presidencial en 2018.
La política se hace con dinero. Una morena sin dinero es, simplemente,
un cascarón. AMLO vino a cobrarle a un gobernador quien, en un desafortunado
arranque de euforia, alguna vez lo llamó jefe.
Ante este panorama, como una especie de rehén político, don Arturo no
encuentra la manera de desbrozar su circunstancia.
Por un lado, Peña Nieto inyecta recursos a Tabasco y a través de Emilio Chuayfett desactiva conflictos
tropicales; y por el otro, no financiar a AMLO desataría la jauría de
morenistas contra un gobierno vestido de promesas incumplidas.
Acaso tampoco puede alentar el triunfo del PRD, su partido, en los
comicios del año próximo, so pena de romper con Morena y AMLO, y eso, en el
ideario del caudillo, es una inadmisible traición.
El show
Así que la exigencia de eliminar el IEV de AMLO en su reciente gira
por Tabasco fue, realmente, un montaje para afianzar su política populista con
este pueblo del que tanto necesita para sumar adeptos a su remedo de partido.
Fue acordado este show, claro está, con el mismo Núñez, cuyo piquete de
ojos luego fue sobado por el mismo AMLO con un apapacho en su amplio lomo, en
el lujoso hotel propiedad de David
Gustavo Gutiérrez, discordante con el estilo de vida cercano al lumpen, sector
donde López vende a granel su ideología.
Nada más fuera de la realidad. Es el juego de la política, de los
mensajes confusos para lecturas difusas.
A final de cuentas, Núñez ya es gobernador y más le interesa la
opinión y consideración de AMLO – un agitador social profesional- que la
opinión pública local.
El ex candidato presidencial comisionó a un par de guardianes para
vigilar al gobierno perredista. Octavio
Romero y Javier May traen marcaje personal a Núñez para evitar que
construya una fuerza propia y otorgue fuerza desmedida al PRD, hoy enemigo de
Morena.
Quizá por ello la luna de miel entre López y Núñez no concluye.
Una prueba es la permanencia en sus cargos de Rodolfo Lara y Audomaro
Martínez, dos pejistas de hueso colorado cuya ineptitud ha quedado
demostrada. Pero más vale una recomendación del jefe que el airado reclamo de
un pueblo.
Conociendo a AMLO, apueste usted doble contra sencillo que no ha
perdido tiempo para plantearle a Núñez el compromiso que tiene de entregar a
Morena el gobierno de Tabasco en 2018.
Al PRD le van a dejar la bisutería y ellos, los pejistas, se frotan
las manos tan sólo de pensar que por fin asaltarán plenamente el poder con un
morenista de cepa.
¿O cuál será el comportamiento electoral de un gobernador ex priísta,
cuyo triunfo electoral le debe a las siglas del PRD y que hoy debe ceder
posiciones a Morena para no contrariar a quien dijo es su jefe político?
Imagínese el gabinete de Morena siendo gobierno en el 2018: Audomaro repite otros 6 años en
Seguridad Pública; Rodolfo Lara se
queda en Educación hasta el 2024; Javier
May, Secretario de Gobierno; Juan José Peralta Fócil, Presidente del
Poder Judicial; Javier Núñez,
Secretario de Finanzas; y Rosendo Gómez Piedra,
Procurador de Justicia.
Ah, y como gobernador, el sueño lo concilian Octavio Romero y Fernando
Mayans, con sus veladoras encendidas a San Peje.
Chulada de gobierno.
¡Y qué viva la izquierda reaccionaria!
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