(03/01/14)
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Luis Antonio Vidal
El doctor Juan Filigrana
“He integrado un equipo de colaboradores en el cual se
entreveran hombres y mujeres de distintas generaciones, formaciones
profesionales, experiencias y capacidades personales y técnicas, así como
militancia partidista y los hay aún sin ella.
“La primera consideración
para incluirlos tiene que ver con el cumplimiento de dos requisitos esenciales
para el desempeño de sus respectivos cargos: idoneidad para dar resultados a la
sociedad tabasqueña y honorabilidad; en el momento en el que alguno de ellos
deje de satisfacerlos, dejará de formar parte del equipo”.
Con estos
argumentos expresados durante su toma de protesta el 31 de diciembre del 2012,
el gobernador Arturo Núñez definió
el perfil de quienes integran su gabinete.
Se entiende
entonces que los funcionarios recién destituidos dejaron de ser idóneos y
honorables.
En el tenor de
esos requisitos, el nuevo Secretario de Salud, Juan Filigrana Castro, incumple uno: la idoneidad.
Sólo Núñez sabe las razones que tuvo para nombrar a un licenciado en
derecho en esa posición que, por naturaleza, corresponde a un médico.
Ante la incapacidad de Ezequiel
Toledo, el mandatario lo removió del cargo, pero se encontró con la
disyuntiva de no saber a quién designar.
Descarriló a personajes políticos como Fernando
Mayans, Antonio Sansores, Jaime Mier, Fernando Rabelo y Manuel Fernández
Torrano.
Tampoco les dio el gusto a los subsecretarios Esmelin Trinidad y Sonia Castro, funcionarios que se lamían los
bigotes ante la evidente caída de Toledo. Ni unos ni otros.
La designación recayó en Filigrana, un
abogado que no sabe poner una curita, pero cuenta con un mérito simple: goza de
la absoluta confianza del gobernador y no tiene otra aspiración para el 2018
que terminar su tarea y jubilarse (como la mayoría del gabinete).
Ello no es suficiente para sacar al sector de la barranca; sí lo para
recibir el nombramiento y presumir un cargo que no merecía.
Con Filigrana, Núñez manda el mensaje de mantener a la SS fuera de la política,
con el costo social que significa poner en ese sitio a un desconocedor del
tema. Iniciará así oootra curva de aprendizaje.
En descargo, hay que decir que el amigo del gobernador habrá de vigilar la
libertad presupuestal con la que hoy dispone de los recursos públicos el
administrador Javier Núñez, operador
de Andrés Manuel López Obrador. Busca
prevenir que la Secretaría de la Función Pública detecte malos manejos como
sucedió en el sexenio de Granier.
A primera instancia son las reflexiones que pueden darse de este
nombramiento sui generis que destaca por ser la primera vez que en Tabasco un
profesionista sin formación de médico, despachará al frente de Salud.
Hasta este momento no se ha alzado una sola voz para rechazar la
designación política y eso, para el gobierno, ya es ganancia en un estado convertido
en olla de grillos.
Si alguien le pregunta al gobernador, por qué envió un abogado a la
Secretaría de Salud, seguro respondería que la ley no lo prohíbe. Es verdad: la
ley, no; el sentido común y la ética, sí.
Así que señoras y señores, a partir de este 2014, nos han presentado por decreto al doctor
Filigrana.
Un verdadero disparate.
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