(Aviso: Las cartas de Ojeda y De la Vega se pueden
consultar en la sección Publicaciones de este blog).
(10/01/14)
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Luis Antonio Vidal
Raúl y Pepetoño: cartas de lodo
“Mientras yo me decidí a
abanderar una campaña de oposición y enfrentar abiertamente al régimen, tú
preferiste participar como candidato a diputado federal plurinominal por el
PRI, por lo que en todo caso eres tú quien trata de sorprender al electorado
sumándote a un proyecto de cambio al que no solo no perteneces, sino por el
contrario hasta apenas hace dos meses combatías”.
Con estas palabras, plasmadas en una carta que se publicó en un diario local el 22 de septiembre
del año 2000, César Raúl Ojeda le
enjaretaba a José Antonio de la Vega
su negativa a declinar a su candidatura al gobierno en las elecciones que se
celebrarían el 15 de octubre. Los dos competían para ser gobernador.
Así, el hoy Secretario de
Gobierno le clavaba un par de banderillas al entonces panista; heridas que a 13
años de distancia ni el gobernador Arturo
Núñez logra suturar.
Retomemos otro párrafo,
lapidario y humillante:
“Una vez más te pido que
reconozcas que no tienes la oportunidad de ganar, que declines y te sumes a la
voluntad de cambio que existe en Tabasco, como te lo piden cada día más y más
tabasqueños, incluyendo militantes de tu partido y que se están manifestando en
torno a las candidaturas del Partido de la Devolución Democrática”.
La respuesta
José Antonio, Pepetoño para sus amigos, respondió al día siguiente
-23 de septiembre- en el mismo periódico con otra misiva, dirigida a Ojeda pero
también a Manuel Andrade, quien
guardó silencio ante la insistencia del panista a participar en un debate que,
a la postre, nunca se realizó.
Les dijo:
“Sus respuestas son una
muestra de temor y falta de sensibilidad política. Prefieren esconderse tras
argumentos ridículos o en el silencio; prefieren aparecer como cautos que
defender en público su trayectoria, su posición y sus propuestas”, reprendió.
Y no se quedó con la
metralla y soltó a mansalva:
“Señores Andrade y Ojeda,
su actitud lastima a Tabasco porque demuestra prepotencia e invita a la
exclusión; su falta de respeto a la ciudadanía que demanda la actuación
política civilizada y responsable nos muestra a un PRI y a un PRD unidos a la
voluntad de confrontar a los tabasqueños; su actitud se acerca a la ingenuidad
pues ustedes siguen haciendo política conforme a los viejos esquemas que fueron
derrotados el 2 de julio”.
La disputa epistolar
calentó los ánimos entre los candidatos del PRD y PAN, sabedores que un pleito
de este tipo sólo le generaba adeptos al priísta.
A dos de tres caídas
Una semana antes de la
elección del 15 de octubre, Ojeda insistía a De la Vega “a no hacerle el juego
a Madrazo y Andrade”. Y eso encendía aún más la llama del encono que alcanzó el
clímax cuando Núñez habló a Telereportaje el 10 de octubre para convocar a los
tabasqueños a no votar “por la pandilla que le ha hecho mucho daño a Tabasco. Tienen
los tabasqueños dos opciones, la que representa el continuismo incondicional y
la que propone la transformación de la situación actual para la entidad”.
Ojeda se adjudicó que la
definición del entonces priísta favorecía a su candidatura y que el llamado a
los seguidores de Núñez implicaba una franca arenga a votar por él.
Desde su casa de campaña,
Pepetoño interpretaba a su favor la definición de Núñez.
Cada uno se disputaba ser
el beneficiado del capital político del nuñismo. Un motivo más para pelearse.
La puntilla
Pasadas las elecciones, un
tercer hecho arreció el encono entre ambos. Vannia Ojeda, hija de César Raúl, publicó una carta en un diario de
circulación nacional, en la que expresaba su desencanto por los resultados de
los comicios.
Planteaba que con una
alianza entre PRD y PAN, la alternancia política en Tabasco habría sido posible,
y su papá gobernador, of course. Recriminó
que un posible trueque económico entre PRI y PAN habría impedido la victoria de
del perredista.
Incluso una versión que es
del dominio público afirma que la joven habría atribuido a De la Vega haber
recibido muchos millones para no
declinar a favor del PRD.
La línea de lo político
llegó al plano personal.
Una conclusión al tema.
Por lo menos son tres
momentos que marcan la divergencia política irreconciliable entre Ojeda y De la
Vega: 1) Cuando públicamente se ofendieron por medio epistolar en el fragor de
la batalla electoral del año 2000. Los dos querían el mismo hueso; 2) Cuando se
disputaron el voto útil de Núñez; y 3) Cuando la hija de Ojeda descalificó al
entonces panista por prestarse al juego del PRI.
Lo político, quizá se
perdone; lo personal y familiar, no.
¿Entendemos ahora por qué los secretarios de Gobierno y de Comunicaciones
conservan una gélida relación y se pelotean los problemas en este sexenio de don Arturo?
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